A PROPÓSITO DEL ZAPATA MARICÓN. Un llamado a la reflexión.

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A PROPÓSITO DEL ZAPATA MARICÓN. Un llamado a la reflexión.  

EL PODER, ENTENDIDO COMO CAMPO

de relaciones de fuerza donde existen posiciones dominantes y dominadas, permea indudablemente todo el ámbito de la cultura . . . . . . Por eso hablamos de culturas hegemónicas y de culturas subalternas . . . . . Pero por más dominante que llegue a ser una cultura, como es la hegemónica, siempre suscitará su polo opuesto, es decir, una cultura de resistencia, ya que el ejercicio del poder es indisociable de un campo de relaciones de fuerza donde se confrontan sujetos desiguales en cuanto a la disposición de recursos materiales y simbólicos (Foucault).

 

En esta época del año, los que sembramos en el temporal estamos ya sea, pixcando o desgranando el maíz, cortando el cacahuate o cultivando las sandías de sereno. Ahí nos sorprendió el debate, polémica y hasta rumores agresivos sobre la pintura del «Zapata maricón» y demás.

Una de las virtudes del trabajo en el campo es que, por el esfuerzo físico, la calma que existe en el contacto con la naturaleza y lo que puedes apreciar como inmenso del espacio en el cual aprecias las estrellas, la luna, los volcanes, las barrancas y la fauna que encuentras a tu paso por las veredas, es que invita a pensar, analizar, mirar a vuelo de pájaro y es inevitable construir convicciones.

Y bueno, a propósito de lo ocurrido y de lo cual no tuvimos oportunidad de opinar en su momento, atendiendo a la inmediatez que te exige la modernidad. Hay quienes sí pueden estar tooodo el día en el WhatsApp o en face o la red que quieran. Pero, aunque sea a nuestro tiempo y ritmo sí queremos aportar lo siguiente:

Primero. – En nuestra experiencia de trabajo comunitario tenemos claro que las manifestaciones son la forma de nombrar y crear los significados que la gente requiere. Y precisamente por la composición diversa de nuestra población se nombra y se crea desde diversos lenguajes. Y creemos que los significados que se van integrando al proceso comunitario, que lo fundamentan y le dan sentido, es lo que asumimos como tradición. Eso configura de manera recíproca entre los actores “Toyuhkatillis» (Nuestra forma de ser), «Chiuatlakayotl» (Lo que hace la gente), “Tonemillis»(Nuestro camino), “Tochikahuallis» (Nuestra fuerza o fortaleza), «Toxayak» (Nuestro rostro) todos estos términos que de alguna manera hacen referencia a la cultura que hacemos todos. Colectiva pues.

Segundo. – Cuando el «Nombrar y Crear» está en manos de la gente, entiéndase comunidad, responde a las necesidades de la gente misma. Cuando alguien ajeno es quien lo hace se corre el riesgo de que no responda a la gente, a la comunidad. Sino a los intereses de ese alguien ajeno. Así vemos que se han construido significados que merman la participación comunitaria por su característica individualista, corporativista y reduccionista: los clientelismos políticos, los fanatismos religiosos, las modas, el consumismo irresponsable entre muchos otros. Por ejemplos no paramos.

Tercero. – Existe una disputa constante por controlar las formas de «Nombrar y Crear» y también hay muchos ejemplos de batallas perdidas. Murieron los compositores de la comunidad y los suplieron los músicos y repertorios que emanan de las empresas disqueras y de los medios de difusión. Mueren los maestros de la comunidad y ahora los perreos y demás modas misóginas, machistas están en el repertorio de niñas y niños en la escuela. Mueren los viejos liderazgos que hicieron trascender las luchas sociales desde sus lógicas comunitarias y los suplen los «Líderes» formados con la convicción de que hacer política es hacer asistencialismo, dependencia, impunidad y demás vicios. La comunidad pierde posibilidades de nombrar y crear lo que necesita.

Cuarto. – Es verdad que siempre hay una respuesta, una reacción ante este fenómeno y la comunidad puede revertir esta pérdida, y lo hace cuando sus integrantes logran adquirir nuevos lenguajes, formas de crear nuevos significados y recrear los viejos significados, que en realidad son los mismos, pero hay que hacerlos vigentes. Por eso siempre la tradición y la cultura están en movimiento. Aunque es real que hay quienes no quieren aceptarlo.

En base a lo expuesto, es que vemos el cuadro del «Zapata maricón», como escuchamos que en el pueblo le decían, como una expresión nada nueva. Pues el rumor ha tenido una función de control social y a Zapata y a los zapatistas se les inventaron muchas cosas. Se les atribuyeron delitos, se buscó desacreditar moral e ideológicamente. Entre tantas, recuerdo el libro que alguna vez conocimos «Un General de Petate. El lado oscuro de Zapata» donde hacían visible lo traidor, homosexual y cobarde que era, a ‘según el autor Daniel Riazza. Por lo que concluimos que el cuadro desde nuestro punto de vista es grotesco, mediocre y fortalece los estereotipos machistas (Significados construidos de manera inducida, no por la comunidad LGTB o a lo mejor sí, ya llevados por las inercias). Pero esa es nuestra opinión sobre el cuadro y sobre el artista, la verdad tiene mucho que reflexionar y pensar cómo es que la historia lo absolverá, si fuera el caso.

Para nosotros no cuestiona el machismo y abona a la violencia estructural porque es útil a un actor muy importante en este proceso de «deconstrucción del Zapata y el zapatismo». Es el estado que le abre «en nombre de la libertad» la puerta a una expresión que sabe que va a desgastar lo profundo de las luchas por la defensa de los territorios, ahora que quieren imponer en «nombre de la patria» los megaproyectos sin atender los llamados al debido proceso y a la construcción de consensos y diálogos con los pueblos originarios. Sienta las bases para una deconstrucción reduccionista porque hace que se justifique el reconocimiento de la familia como los principales afectados, e incluso los únicos interlocutores como si el zapatismo no tuviera mucho de patrimonio cultural intangible o inmaterial.

Si el autor pretendía lo que dice que pretendió, el que lo expusieran en el alto foro que representa el Palacio Nacional de Bellas Artes, lo alejó de su objetivo y lo confrontó con la sociedad, con esa parte de la sociedad que tanto ha guardado la memoria trágica porque puso los muertos en las expediciones punitivas, así como aún siguen haciéndolo en la defensa de los territorios.  No tuvo oportunidad de dialogar con la gente, con la población que bien podría encontrar coincidencias en su obra, pero ya la turbulencia lo atrapó y no tiene más respuestas. Eso creemos pues.

Por otro lado, la acción contribuyó a la división de la población. Pues llevó a que se confrontara un sector de la población con cierto nivel de estudios, con un mejor uso del lenguaje que esgrime discursos de odio argumentando la homofobia, el machismo, la misoginia que pueden ser convincentes porque las problemáticas existen, pero es innegable que no hay condiciones de igualdad para debatir.  Imagínense a un campesino, a sus hijos estudiantes, albañiles, hijas amas de casa, estudiantes con su memoria zapatista y bajo nivel escolar, víctima de la discriminación, del abuso, de la corrupción, del paternalismo. Con una vulnerabilidad alimentada por los modelos educativos debatir al ritmo del facebook, el WhatsApp y el Instagram apenas entendiendo como usarlos y además con la exigencia de saber y entender conceptos nuevos. Simple y sencillamente no hay condiciones. Pero también se expresan actitudes de discriminación porque se decide generalizar la condena, sin más análisis.

Desde nuestra posición como promotores culturales comunitarios proponemos organizarnos para generar espacios de diálogo. Siempre lo hacemos, pero la verdad suele no hacer caso por los mismos prejuicios.

Es mejor construir vías para conocernos pues tenemos más coincidencias que diferencias.

Hay que atender los crímenes de odio, el machismo, la homofobia, la discriminación, las diversas violencias, la corrupción, en fin, todas esas actitudes que dañan a nuestros tejidos. Dejemos de segmentarnos y separarnos. ¿Mucha resiliencia y solidaridad en el sismo del 19 de septiembre de 2017? Hay más sismos que dejan a muchos damnificados a los que no les hacemos caso por confrontarnos más que por organizarnos. Nos tiran una bolita y nos peleamos por ella en lugar de parar y hablar para entender.

¿Cuántos Centro Culturales quisieran participar? ¿Qué otros espacios se apuntan? ¿Qué les parece la idea de hacer jornadas de cine debate, foros, conversatorios sobre este tema?

Creemos que doscientos y tantos años de nación mexicana ya debería dejarnos enseñanzas más chidas ¿No? Ninguna transformación a salido bien por falta de diálogos, acuerdos y participación. Esta que nos ofrecieron tiene los mismos problemas ¿En verdad no se dan cuenta?

Nos interesa una sociedad multicultural, pero construirla es cosa de todos.

 

Marco Antonio Tafolla Soriano

Centro Cultural Yankuik Kuikamatilistli

Xoxocotla, pueblo suriano; a 13 de diciembre de 2019.

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